martes, 28 de septiembre de 2010

Capítulo 2: Dudas


      Dudas
¿Acaso es tan fácil elegir?
¿Acaso podemos decidir?

Yacemos en el futuro,
Sin poder cambiarlo,

¿Podemos elegir el camino?
¿Quién decide por nosotros?

El camino lo dibujas, con cada paso que das,
Con cada latido de tu corazón,
Con cada segundo que pasa,
Todo queda atrás.

¿Para qué mirar atrás?
No podemos retroceder,
No podemos volverlo a vivir,
No decidas por tu corazón,
No juzgues su elección,

Espera a que el tiempo llegue hasta un lugar,
Te darás cuenta, de lo que sientes de verdad.



Me desperté por la mañana, a la hora de ir al instituto. Me vestí rápidamente y miré el reloj 7:40.
-         Aún es temprano.- me dije para mi misma.-
Pantalones negros y camiseta morada, lista. Miré por mi habitación en busca de la mochila para meter los libros. No daba con ella. La habría dejado en el salón tal vez.
Bajé las escaleras corriendo y fui hacia el salón. Abrí la mochila cuidadosamente y miré lo que había. Me faltaban algunos libros. Miré encima de la mesa, allí estaban los libros. ¡No había hecho las tareas de sociales!
-         Joder, ¿ahora qué hago?
Se me ocurrió decirle a la profesora que se me había olvidado el cuaderno en casa, tal vez funcionaría.
Metí los libros a toda prisa en la mochila. Me eché la mochila al hombro y me fui para la cocina. Volví a mirar el reloj 7:50. Dejé la mochila encima de una mesa y me fui para el cuarto de baño. Cogí el cepillo y me peiné. 
¿Dónde están mis diademas? Bah, da igual, hoy iré sin ninguna.
Me lavé la cara lo más rápido posible y fui de nuevo a por la mochila.
-         Mamá, ¿dónde están las galletas?
-         En el mueble de la esquina he metido dos paquetes.
-         Vale.
Introduje los paquetes de galletas en el interior del bolsillo pequeño de la mochila.
-         Ya es la hora, me voy.
-         Vale, ah, después no voy a estar aquí, voy a ir con tu tía a hacer unas compras y me ha dicho que me vaya para su casa a comer.
-         Está bien.
Así que a hacer unas compras…
Cogí una chaqueta que había en la percha y me la puse antes de salir.
-         Tal vez haga frío.- pensé.-
Me pasé por casa de Maylie para recogerla, estaba en la puerta, esperándome.
-         ¿Qué tal te ha ido el fin de semana? – me dijo mirándome.-
-         Mal, aburrido, muy aburrido.
-        Pues yo también he estado aburrida, pero al menos he ido al cine. Al final me llevaron.
-         Y ¿qué tal la peli?
-         Pues está muy bien, es triste.
-         Quiero verla…
Fuimos el resto del camino en silencio. No sabía cómo decirle lo que me había pasado. ¿Debía ocultárselo? ¿Por qué? ¿Qué iba a pasar? Era mi mejor amiga, no creía que lo mejor fuera ocultárselo. Ya se lo diría… en cuanto tuviera ocasión. Vale, no quería ocultárselo, pero, ¿por qué no se lo decía? Ya había tenido ocasión durante todo el trayecto.
Entramos en clase, y vimos que ya habían entrado todos. Llegó la profesora de matemáticas y dio comienzo a la clase. No estuve atenta en ningún momento, tenía cosas más importantes en las que pensar.
-         A ver, ¿quién me resuelve esto?
-         Yo, yo – se oyeron voces desde el fondo de la clase.-
-         Tú misma, Caitlyn que he visto que no has estado muy atenta, a ver si lo has entendido. – a la vez que pronunció mi nombre, levanté la mirada para ver lo que quería que hiciera.-
-         Pues, primero restamos el 4 menos el 5 y luego se lo sumamos al 8.
-         Vale, al parecer no has estado tan distraída como yo pensaba.- se giró y empezó a hacer lo que yo le había indicado.-
En cuanto sonó la sirena de la hora del recreo, salí pitando de la clase. Cogí el móvil y los auriculares y me puse a escuchar música en la zona del porche del recreo. Hacía un poco de frío fuera, corría un airecito estremecedor. Me pasé todo el tiempo que duraba el recreo sentada en un banco, sola, escuchando música, Maylie se tuvo que quedar hablando con la profesora por una nota inadecuada…
-         ¡Riiiiing! – sonaba la sirena.-
Me dirigí hacia el aula sin demasiada rapidez, ahora tocaba música, tenía prácticamente una hora libre. Llegué a la clase mientras todos corrían por allí alterados. Cogí la mochila y subí las escaleras en dirección al aula de música.
-         Vamos, entren todos para adentro. – dijo un profesor que había por el pasillo.-
Todos le obedecimos y entramos en el aula. Estuvimos copiando un tema nuevo y después, nos pusimos a tocar la flauta.
-         Toma, Caitlyn – dijo Maylie a un volumen que casi no me enteré ni yo.-
Cogí una especie de papelito doblado y empecé a abrirlo. Era una notita escrita a mano por Maylie.
      Caitlyn, esta tarde vamos a ir al parque, ¿te vienes?
Al parque… esta tarde…
-         Vale, iré.
-         Pues vente a las 5 a mi casa, a las 6 hemos quedado en el parque.
-         Está bien. – me giré para que el profesor no se diese cuenta de que me había girado para hablar con Maylie.-
Así que a las seis… vale, al menos esta tarde no me quedaría aburrida en casa.

Sonó por última vez la sirena para anunciarnos que ya era la hora de volver a casa. Cogí mi mochila cuidadosamente y me la colgué sobre los hombros. Esperé a que Maylie cogiera sus cosas para salir de la clase.

Llegué a mi casa, subí a mi habitación y solté la mochila al lado de la cama. Encendí el ordenador rápidamente para ver quién había conectado. Bajé a almorzar porque no había nadie con quien hablar. Encendí la televisión.
-         Hoy se conmemoran 50 años de la muerte tan trágica que dejó a todo el país de EEUU unidos por la misma causa. Jake Burton, el chico que murió en un incendio hace exactamente 50 años en aquella casa a las afueras de los estados unidos.-me llamó mucho la atención aquella noticia, así que presté mucha atención.-     Hay muchas leyendas sobre ese tal Jake, se dice que murió al haberle prometido algo a una chica, y según las fuentes, como no lo pudo cumplir, se prendió fuego en una alejada casa de las afueras de los estados unidos. Nadie sabe la verdad sobre esa historia.

Terminé de comer y me fui rápidamente hacia el ordenador, a buscar información acerca de ese tal Jake.
-         Bien, por fin un artículo interesante.- hice clic sobre una página web que encontré en Internet y comencé a leer.-

¿Quién sabe la verdadera historia de el reconocido Jake Burton?
Hay fuentes que indican que Jack, fue un chico residente de los estados unidos y que un día se mudó hacia la India por motivos que se desconocen. Al parecer, allí conoció a una chica, cuyo nombre también se desconoce y se enamoró de ella. Sólo sabemos esta parte de la historia, si alguna persona conoce cualquier mínimo de información sobre la misma, que contacte con nosotros. Dicen, que su espíritu, existe aún y que el día que cumpla su promesa, se irá para siempre.
     
      Importante: No sabemos si estos datos son realmente ciertos. Nuestras fuentes de información no nos facilitan si los datos son o no ciertos.


Oí el teléfono sonar. Salí de mi cuarto corriendo para ir a contestar.
-         ¿Caitlyn?
-         Sí, soy yo. ¿qué querías?
-         ¡¿Que qué quiero?! ¡Que vengas ya para acá!
-         Oh, es cierto, lo siento, May. Me voy a peinar y voy para allá, ¿vale?
-         Está bien, pero date prisa, ya son y media.
-         Vale, vale. Hasta luego.
-         Hasta luego. – concluyó.-
Fui hacia el cuarto de baño y me peiné lo más rápido que pude observando mi reflejo. Bajé las escaleras corriendo.
Fui hacia la casa de Maylie y desde la esquina, vi que había salido para esperarme en la puerta.
-         ¡Ya era hora! – me gritó.-
Llegué hasta su puerta y nos fuimos a el parque. No encontrábamos a las demás.
-         Mira, están allí.- me dijo Maylie señalando a un banco.-
Fuimos hasta el banco en el que estaban Maddy, Paula, Taylor y Paul.
-         Chicas, voy a ir a la fuente a beber agua. – les dije a la vez que me iba desviando del camino para dirigirme a la fuente.-
-         Vale, te esperamos donde siempre.
Llegué a la fuente y bebí agua. Miré a mi derecha y me encontré allí a... Jack. No supe lo que hacer, no sabía reaccionar. ¿Por qué se me aceleraba el corazón cada vez que lo veía? ¿Por qué me sentía tan extraña? ¿Por qué me quedaba bloqueada sin saber qué hacer? Era la primera vez en mi vida que me sentía tan enormemente extraña al ver a un chico, un simple chico. ¿Simple? Tal vez no era tan simple…

Reaccioné y me dirigí hacia él llamándolo a voz en grito para que me escuchara. Se giró para ver quién lo estaba llamando. Se me aceleró el corazón cada vez más a la vez que me acercaba a él y vi que me observaba.
-         Eh, Caitlyn. – sonrió.-
Me fui acercando cada vez más hasta que lo tenía frente a mi.
-         Déjame que me explique, siento no haber podido ir ayer a tu casa. Verás, es que tuve que ir a hacerle unos recados a mi madre, lo siento de veras.
-         No pasa nada, estás perdonado.- se me hizo una extensa sonrisa.-
-         Bueno, ¿ahora no te puedes venir conmigo?
Vale, a ver qué hacía yo… Bah, qué más daba, con Maylie podía estar cualquier día.
-         Vale, iré, mis amigas están sentadas por ahí en el césped, luego se lo explicaré.
-         Oh, si no puedes venir no pasa nada.
-         No, enserio da igual, no les importará.
-         Está bien.
Me sentí… cómo explicarlo… estaba increíblemente contenta, pero sin saber por qué, sentía unas enormes ganas de llorar, esto era increíble, jamás me había sentido así, ni siquiera el primer día que estuve con él.
-         Te diré una cosa, no se por qué, tengo ganas de echarme a llorar.
-         ¿Enserio? ¿Te ha ocurrido algo?
-         No, es que no sé, pero me siento extraña.
-         ¿No te habrás vuelto a caer, verdad? – comencé a reírme en cuanto pronunció esas palabras. Él sonrió abiertamente.-
Nos sentamos en un banco al final del parque, no había nadie alrededor. Estuvo un largo tiempo mirándome a los ojos sin que yo me diera cuenta, no sabía en lo que estaba pensando, pero mientras, yo me quejaba de lo duro que estaba el banco y de que me dolía la espalda de estar allí sentada. 
Sentí que no me estaba haciendo ningún caso, estaría pensando en algo… En algo, ¿eh? Mmm… No me interesaba. ¿O sí? Tenía que dejar de engañarme a mi misma, sí me interesaba, estaba claro. Pero me sentía confusa, no sabía si… me costaba hasta respirar cuando pensaba en esa posibilidad. 
¿Acaso me había enamorado?

Sentí que me faltaba el aire pero en cuanto me di cuenta, comencé a respirar forzosamente para conseguir mantener la calma. Estaba anocheciendo, el cielo se veía precioso así. Se me pusieron los vellos de punta cuando el aire me cubrió, hacía frío ya. Empecé a tiritar sin darme cuenta. Jack se pegó a mi y me abrazó.
Ahora sí que tenía el corazón acelerado pero me sentía muy bien entre sus brazos.

Posé mi cabeza sobre su hombro y contemplé la luna. Permanecimos en silencio durante unos largos minutos
. Me di cuenta de que ya era muy tarde, miré la hora 21:30. ¿Por qué se había hecho tarde cuando menos ganas tenía de irme? Mirar el reloj me había estropeado aquel momento…
-         Me voy a tener que ir, se ha hecho tarde.- dije cuidadosamente.- Me encantaría quedarme aquí más tiempo.
-         Bueno, mañana podemos venir otra vez. Si quieres, claro.
-         Claro que quiero.
-         Pues aquí nos veremos a eso de las 6, ¿vale?
-         Por supuesto.- me quitó los brazos de encima y me levanté.
-         ¿Te acompaño hasta tu casa?
-         Pero entonces llegarás muy tarde tú, ¿no?
-         No importa, además, me coge de camino.
-         Entonces vale.

Comenzamos a caminar a la vez que íbamos hablando de qué podíamos hacer mañana, ¿por qué no íbamos a tomar unos helados?
-         Oye, podemos ir a tomarnos unos helados.- le propuse.-
-         Es buena idea.
-         De todos modos quedamos en el parque, ¿no?
-         Sí, es mejor.
Llegamos hasta mi esquina y me despedí de él. Le hice un gesto de despedida a la vez que comenzaba a caminar hacia mi casa. Volví a mirar el reloj 21:45. En cuanto ví la hora empecé a correr, yo debería haber llegado a mi casa a y media. Tal vez me castigaran…
Llegué hasta mi puerta como pude, respirando con dificultad. Abrí la puerta y ví que no había nadie en casa.
Subí las escaleras hasta mi cuarto y telefoneé a mi madre.
-         Mamá, ¿dónde estáis?
-          Caitlyn, estamos en casa de tu tía. Luego volveremos, te he dejado la cena en la cocina. Sólo tienes que calentarla. No sé a qué hora volveremos.
-         Vale, ahora cenaré. Adiós.
-         Adiós.
Colgué el teléfono. Estupendo, me podía haber quedado hasta más tarde…
-         Fuck.- susurré.-
Bajé las escaleras recogiéndome el pelo. Miré la encimera y había un plato con pizza para que la calentara. Me dirigí hacia el microondas para calentar la pizza, en el frigorífico me encontré una notita:

Ahí tienes la pizza, caliéntala en el microondas y cómete algo de postre.

Cuando sonó el microondas, saqué la pizza y me fui para el salón con ella en la mano. Encendí la tele y me senté en el sofá poniendo la pizza encima de la mesa. Me levanté para coger algo de beber, un refresco. Lo saqué con cuidado del frigorífico, ya que estaba lleno de comida. Me lo llevé a la mesa y me senté. Hice zapping en la tele durante un momento, no había nada bueno que mereciese la pena ver. 
Hice una pausa para beberme un trago del refresco. Dejé la tele parada en un canal. En ese instante, escuché un ruido. Me asusté y miré directamente hacia la tele. Bien, era una película de miedo. 
Un pasillo muy oscuro con una luz al fondo y a cada pisada, sonaba un ruido de la madera. Cambié rápidamente de canal. Pero al poco, me arrepentí y quise ver la película. 
Volví a ponerla, estaba muerta de miedo. Me tapé con una manta y me tendí para estar más a gusto. Me puse a imaginarme tonterías que a la vez me ponían los vellos de punta. 
¿Y si ahora llamaban a la puerta? Dios, no tenía que haber puesto la película. Pero ya era tarde, ya la iba a ver pasara lo que pasara.
La chica iba cada vez más cerca de la luz, hasta que llegó hasta ella, la cámara se giró a la vez que el pasillo se tornaba hacia otro lado, al girarse la cámara, apareció una mecedora que se estaba balanceando, y no había nadie alrededor que la hubiese podido hacer que se moviera. Se empezaron a oír unos pasos por el pasillo. Se me volvió a acelerar el corazón por el pánico.

-         ¡Ding dong!
-         ¡Aaaaaaaaaaaaaaah!- grité atemorizada a la vez que pegaba un salto del sofá.
-         ¿Caitlyn? ¿Pasa algo?
-         No, mamá, es solo que me habías asustado.
-         Venga, abre la puerta.
Cambié de canal y fui a abrirle la puerta a mis padres.
Me quedé un rato más viendo la tele con ellos, pero al momento me entró sueño y me fui a mi cuarto a dormir.
Destapé las sábanas, me tendí en la cama y me tapé hasta la cabeza. Bueno, hasta la cabeza no, la cabeza la dejé fuera para no ahogarme. Estuve pensando en lo ocurrido anteriormente a lo largo de ese día y poco después, me quedé dormida.

Me desperté a las 7:40 que sonó el despertador. Me levanté, me vestí y me lavé la cara. Cogí la mochila y me peiné cuando terminé de desayunar. Me comí un bol con cereales. Me levanté de la silla y le dije a mi madre que me iba. Recogí a Maylie y nos fuimos para el instituto. Ya estábamos a finales de curso, con los exámenes finales… ¡EXÁMENES!
¡Se me había olvidado que hoy  tenía el examen de recuperación de matemáticas!
-         Hostias, se me ha olvidado que hoy es el examen de mates.
-         Díselo a la profesora, a lo mejor te lo puede cambiar.
-         Probaré…
Bien, eso me venía perfecto para bajar mis notas y que mi madre me castigase. 
Entramos por la puerta principal a nuestro paso, aún sabiendo que la sirena podía sonar en cualquier momento. Justo cuando íbamos entrando por la puerta, sonó la sirena. El instituto estaba formado por un montón de pasillos y en cada uno, había 4 aulas, creo que en total hay 5 pasillos y 20 aulas.
A primera hora, nos tocaba subir a el aula de informática. Primero, entramos en nuestra clase, situada en el 3º pasillo donde estaban las 3 clases de 3º y el aula de plástica. Soltamos las mochilas y cogimos una libreta y el estuche para subir a informática. Estuvimos creando un blog y demás porque nos iban a hacer falta para el curso siguiente.
Cuando acabó la clase, bajamos para dar lengua con nuestra profesora. Nos puso un examen para la semana siguiente, al menos no tenía pensado poner más exámenes… Estábamos a finales de curso, 16 de junio, solo faltaban unos días para terminar, el viernes de la siguiente semana, terminaríamos.

Después de la clase de lengua, tuvimos educación física en el gimnasio. Estuvimos jugando a voleyball en la pista. Cuando sonó la sirena, fuimos hacia nuestra clase para coger el desayuno. Cogí mi bocadillo de jamón y salí al recreo. Se me había olvidado coger el móvil para escuchar música. Estuve pensando en qué podía ponerme esa tarde para salir con Jack. ¿Me arreglaba o eso sería llamar mucho la atención? Bueno, me podía poner la camiseta negra con la calavera blanca y la falda de tul negra con las converses negras. Eso me pondría, era una buena elección. Me encantaba ese conjunto.

Al salir del instituto, fui hablando con Maylie sobre los exámenes y las notas con las que podríamos aprobar para pasar al siguiente curso. En nuestro caso, era 4º. ¿Cuándo le iba a decir a Maylie lo que me había ocurrido? ¿Es que acaso me iba a guardar ese secreto para toda la vida? ¿Y si se lo digo por el Messenger cuando llegue a mi casa? Me parecía bien decírselo por ahí, así no vería mi reacción, aunque a mi sí me gustaría ver la de ella.

Llegué a mi casa y subí a mi habitación. Apoyé la mochila sobre la cama y encendí el ordenador. Maylie estaba conectada. Empecé a hablar con ella.
-         Maylie, tengo que decirte algo.
-         Me das miedo, Caitlyn, venga, dímelo.
-         Verás, ¿recuerdas el día que íbamos a ir al cine pero al final fuiste a casa de tu tía?
-         Sí.
-         Pues ese día, salí al parque, y me dirigí a comprar chucherías al quiosco, total, por el camino me caí y vi que un chico me había visto caer, había sido el único que me había visto. Se acercó a ayudarme y después se quedó conmigo. Estuvimos hablando y me contó un poco como era su vida. Maylie, enserio, jamás he conocido a un chico como él. Realmente, no sé si siento algo hacia él, pero me siento extraña cuando estoy con él, te juro que cuando lo veo, empiezo a ponerme nerviosa y se me acelera el corazón, no sé lo que debo hacer.
-         Díselo.
-         No es tan fácil.
-         Lo sé, pero debes hacerlo.
-         No sé, Maylie, no sé qué hacer... Es todo tan difícil... – cuando escribí eso, sin saber por qué, se me saltaron las lágrimas. Apoyé los brazos sobre la mesa y escondí la cabeza tras ellos. No podía parar de llorar, no sabía lo que hacer, no sabía... no sabía nada...
Apagué el ordenador y me tumbé sobre mi cama aún sin parar de llorar. Me metí entre las sábanas y escondí la cabeza a la vez que cogía un peluche y me abrazaba a él.  Me pasé así al menos una hora. Miré el reloj 17:13. Tenía que empezar ya a arreglarme si no quería llegar tarde. No tenía fuerzas para ir, pero debía ir. Tal vez empezara a llorar allí en medio, no era de extrañar que ocurriese. 
Me levanté de la cama y fui a coger la ropa. Me metí en el baño y me duché rápida. Al salir de la ducha, me vestí y me sequé el pelo. Fui hacia mi cuarto para ponerme unos calcetines y coger una diadema. Me puse los calcetines y los zapatos y me fui a el espejo para ponerme la diadema. Me miré la cara, tampoco se me notaba tanto que había llorado. Cogí el móvil y las llaves y bajé las escaleras.
-         Mamá, voy a salir.
-         No vuelvas tarde.
Salí de mi casa y empecé a caminar hasta el parque. Entré y me senté en el primer banco que vi. Miré a mi izquierda y vi a Jack que venía hacia mi. Me dio un vuelco el corazón, cosa normal ya. Cuando ya estaba a mi lado pregunté:
-         Bueno, ¿dónde vamos a ir?
-         No sé, como tú dijiste ayer, podemos ir a tomar un helado.
-   Me parece bien     
Me levanté del banco y empecé a caminar hacia la salida del parque. Él se colocó a mi lado. Tenía unas enormes ganas de llorar y estaba nerviosa sin saber por qué.
Permanecí todo el camino en silencio mientras él observaba el horizonte y a veces giraba su rostro para contemplarme. 
 Llegamos a la heladería y entramos. Pedí un helado de chocolate, al igual que él. Me obligó a no pagar. Le agradecí que me hubiera invitado, como unas mil veces. Cogimos sitio en un banco que había libre. Me senté a su lado, pero me lamenté de haberlo hecho. Había un trozo de helado derramado sobre el banco. Me manché toda la falda y me sentí fría. Me levanté en cuanto supe lo que había ocurrido.
-         Mierda, me he manchado.
-         A ver, puede que se quite. Toma, ponte mi chaqueta si no quieres ir manchada.- se quitó la chaqueta que llevaba encima de la camiseta de Nirvana.
-         No, no pasa nada.
-         No, enserio, cógela.
-         Pero vas a pasar frío.
-         Que no, yo no tengo frío, te lo prometo.
-         Gracias. – me sonrió en cuanto pronuncié esa palabra.-
Nos levantamos y fuimos a dar una vuelta, haríamos lo acordado. Nos volvimos a sentar en un banco. Empecé a tener frío y me pegué a él.
-         ¿Tienes frío? Parece que tienes mala cara, ¿te encuentras mal?
-         La verdad es que algo sí…
-         ¿Quieres que te lleve a tu casa? Necesitarás descansar.
-         No, no te preocupes. – lo tranquilicé.-
Empecé a sentirme cada vez peor, sentía mareos y un gran dolor de cabeza. Pero eso no me impediría estar con él. Tan solo me quedaban 3 meses a su lado,  y tenía que disfrutarlos como fuera. 
¿Ahora qué debía hacer? ¿Dejaría que se marchara sin decirle lo que yo sentía? No tenía nada claro, salvo que nada podía impedir que se marchara. 
Miré mi reloj 20:03. Uf, ya mismo me tenía que marchar… y tampoco es que me sintiera muy bien…
-         Es muy tarde, si no te vas ya a casa puede que te castiguen, ¿no crees?
-         Lo sé…
-         Bueno, pues ya quedamos para cuando tú puedas, que sé que ahora tenemos muchos exámenes…
-         Tienes razón… dame tu número y yo ya te llamo cuando pueda.
-         Está bien. 666…
-         Vale, ya lo he guardado, te voy a llamar para que memorices mi número
-         Sí.
Me saqué el móvil del bolsillo y lo llamé. Ya está, ya había sonado, con eso podría guardar mi número.
-         Bueno, ya que no nos vamos a ver en unos días, habrá que despedirse bien.
-         ¿Por qué lo dices?
-         Pues por eso.
Abrió sus brazos en señal de que lo abrazara. Me dirigí cuidadosamente hacia él y me metí entre sus brazos a la vez que yo, lo agarraba por los hombros con mis brazos. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y se me escapó una lágrima. No era el mejor momento para echarse a llorar. Intenté remediarla con éxito. Nos quedamos un largo tiempo abrazados. Cuando me despegué de él y me di la vuelta para volver a mi casa, me despedí con un gesto de mano.
-         Adiós, te quiero. – concluí.-
-         Te quiero. – repitió.-
Me di la vuelta y comencé a caminar por la calle. Iba mirando a el suelo y me di cuenta de que a mi paso, iban cayendo pequeñas gotitas de agua. Miré al cielo. ¿Estaba lloviendo? Me di cuenta de que no estaba lloviendo. Me toqué la cara y me percaté de que estaba llorando. No era agua lo que caía, eran lágrimas.

La brisa acarició mis húmedas mejillas. Llegué a mi casa y subí a mi cuarto. Tenía que estudiar biología, tenía un examen el día siguiente. Cogí mi mochila y la abrí para sacar los libros.
Saqué el libro de biología y el de matemáticas para terminar unos ejercicios.
Cerré la mochila y me puse los libros sobre la mesa.
Me senté en la silla y empecé a hacer los ejercicios de matemáticas.
Al terminar el primer ejercicio, me empezó a doler otra vez la cabeza.  Me aparté la libreta porque no tenía concentración suficiente para seguir. Me levanté de la silla y me tendí sobre la cama, esperando que se me pasara. 
Estuve pensando en lo que había ocurrido ese día. ¿Debía decirle lo que sentía? No podía dejar que se fuera sin saberlo.
Me giré para el lado en el que se encontraba la pared y me di un golpe. Mi cama estaba pegada a la pared y al otro lado más adelante, estaba la mesa del escritorio con el ordenador…
Me quedé dormida y me desperté ya por la mañana. Me desperté sobresaltada por la cantidad de luz que había en mi habitación. Lo primero que hice fue mirar el reloj 13:32 ¿Qué había sucedido? ¿Me había quedado dormida? ¿Qué debía hacer ahora? 
Di unas cuantas de vueltas por la cama y me senté al borde. Tenía la cabeza trastornada al haberme dormido con dolor de cabeza y al haber dormido tantas horas seguidas.
Estuve unos segundos terminándome de despertar. Me toqué los ojos y los tenía húmedos. ¿Es que acaso había llorado mientras dormía? Me levanté y fui caminando sigilosamente hacia el baño. Me miré en el espejo y en efecto, había estado llorando. Cogí la toalla y me mojé la cara. Le di la vuelta a la toalla y me sequé con el otro extremo. 
Bajé las escaleras y encontré a mi madre cocinando lo que debían ser lentejas. Las odiaba. Fui desde el pasillo hasta el salón y me quedé allí parada mirando hacia la cocina, que daba al salón.
-         Mamá, he faltado a clase.
Mi madre dio un respingo y miró hacia donde yo estaba.
-         Ah, ya estás despierta. ¿Cómo te encuentras?
-         Pues bien, normal.
Se vino hacia mi y me puso la mano en la frente.
-         Vaya, parece que te ha bajado la fiebre
-         ¿Fiebre?
-         Sí, has estado toda la noche con fiebre.
-         Vaya, pues yo no he sentido nada…
-         Eso es que no te acordarás
-         Tal vez…
-         He hablado con tu profesora, te hará el exámen mañana.
-         ¿El de biología?
-         Sí, y me ha dicho que tu último examen será el de inglés que tienes pasado mañana.
-         ¿Y los demás?
-         Me ha dicho que no da tiempo a hacerlos y que en vez de exámenes os pondrán trabajos.
Me alegré de eso. Sólo tres exámenes más, me venía bastante bien.
Subí a mi habitación para estudiar biología. Cogí la libreta y me tendí sobre la cama.
Estuve como una hora estudiando y después, bajé a almorzar. Encendí la tele y me puse a ver Bob Esponja. Comí un poco de lentejas y después cogí una natilla y una cuchara. Subí para arriba y la abrí para comérmela. 

Comienzo del verano.